Juventud

Casi sin querer, constantemente hablamos del futuro, de lo que aún no ha llegado. Y es muy habitual asociar ese futuro a la edad temprana, a la juventud. Pensamos en nuestros jóvenes como aquellos que sostendrán y velarán por nuestra cofradía. Sin embargo, creemos que no hace falta esperar tanto para ver ese futuro hecho realidad. La juventud no es sólo un proyecto, es un presente. Son corazones y una fe que tienen su papel y su irremplazable lugar en la vida de hermandad.

Seguro que muchos de los que estáis leyendo esto os habréis criado limpiando enseres, yendo con la abuela al triduo, acompañando a los padres a poner claveles en aquellos Miércoles Santos en los que acababas correteando por toda la colegiata… ¿quién no ha rodado por esa rampa comida por el polvo y alguna que otra astilla?

Pero todo no es correr ni trabajar físicamente. Así como nuestro cuerpo crece también lo hace nuestro espíritu, y la Fe se convierte en un Don que Dios va moldeando. ¿Cuantas preguntas nos hacemos cuando empezamos a descubrir el mundo? ¡Cuánta incertidumbre en cada una de ellas y cuánta necesidad de encontrar respuestas! Es ahí donde una hermandad responde. Es ahí donde los cofrades comprenden que no puede existir la vida de hermandad sin una forma- ción religiosa. Hermanos mayores, hermanos de a pie, predicadores, directores espirituales, todos nos han ayudado en nuestra juventud a crecer como cristianos, sin pedir nada a cambio; y, al mismo tiempo, han sabido impregnarse de esa fe inocente capaz de refrescar y avivar la llama que nunca debe perder un cristiano.

Es curioso como muchas veces el discípulo enseña al maestro. Por eso, las hermandades necesitan juventud para seguir aprendiendo. No porque un chico de 15 años lo sepa todo, sino porque su ilusión, su espontaneidad y su visión de un mundo por descubrir hacen de ellos un regalo del Espíritu Santo para seguir desarrollándonos como cristianos y cofrades.

Pero, ¿quién es joven en realidad? Decía el papa Juan Pablo II -en su visita a Madrid para la canonización de Santa Ángela de la Cruz- que él era un joven de 83 años. No es sólo joven aquel que disfruta de esa edad temprana, lo es quien siente la juventud en su interior, quien mira con esa inocencia, quien madura junto a la sonrisa y la espontaneidad.

Somos la hermandad de los estudiantes, los jóvenes son nuestro sello, nuestro presente verdadero. Ellos hacen nuestra cofradía dejando de ser un proyecto en espera, para convertirse en quienes llevan a cabo su verdadero objetivo: llevar la luz de Dios hasta los rincones más oscuros. Eso sí, siempre en silencio. Si así lo sientes, este es tu sitio. ¡Ah! Y recuerda: no hay edad para ser joven. Lo dice un himno de los años 80… “La juventud es como un diamante bajo el sol y los diamantes son para siempre”

Eternamente joven…

El Grupo Joven